viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Qué se han creído?

Traducción de Què s'han cregut?


Parece que en España se instalado una nueva religión, o quizás debería hablar de secta. Se trata de la democracia parlamentaria. Sus verdades absolutas e inamovibles están plasmadas en la Constitución, el libro sagrado que se puede esgrimir ante cualquier brote de sentido común. Así, rodear el congreso con una cadena humana es un peligro para la democracia, ya que interrumpen los rituales de los sacerdotes parlamentarios a su templo de las Cortes.

Ante el sentido común, el PP está aduciendo la inevitabilidad. Los recortes son el único camino para salir de la crisis, a pesar de que cada vez nos hundimos más en ella. No hay otra política posible. Entonces, ante una cadena humana que reclamará un cambio de política rodeando el lugar donde se decide ésta, su respuesta es incendiaria, tratando de exaltar los ánimos de una ciudadanía cada vez más perpleja y más harta de la impunidad con la que se maltratada por las instituciones que deberían velar por su bienestar.

Este intento de deslegitimar la protesta convirtiéndola en agresiva es la única explicación que le encuentro a las declaraciones de M ª Dolores de Cospedal, comparándola con el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Cuadra también con los vídeos que han aparecido donde se ven agentes de la policía infiltrados entre los violentos que provocaron los disturbios. O quizás eran ellos los únicos violentos en un principio. También pueden leerse en la misma línea las declaraciones de Jorge Fernández Díaz, calificando de "magnífica" la actuación de la policía.

No podemos seguir permitiendo que hagan lo que quieran, amparados durante cuatro años tras unas urnas a las que se presentaron con un programa que no se parece en nada a lo que están haciendo. No puede ser que sigan retirando dinero de los servicios públicos y no hagan una política decidida contra el fraude y la corrupción. No puede ser que sigan desacreditando a la gente que expresa su opinión, arguyendo que no pueden coaccionar las decisiones de las Cortes, cuando ellos mismos se las están saltando constantemente a golpes de decreto ley.

Creo que ya va siendo hora de la huelga general indefinida, de detenernos a hacer inventario de lo que tenemos todavía, antes de que nos lo hayan arrebatado todo. No se puede permitir la impunidad con la que nos desprecian. Se ha hecho del todo evidente que la política es algo demasiado importante como para dejarla únicamente en manos de profesionales (en el mal sentido de la palabra) de la política. Y las leyes deben estar al servicio de la gente. No al revés.

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