lunes, 10 de diciembre de 2012

Anonimatos

Traducción de Anonimats

En pocos días, varias situaciones diferentes me han llevado al tema del anonimato y la privacidad. Una de ellas fue el programa de Jordi Évole sobre el fraude fiscal pobre y el fraude fiscal rico. En un momento de la entrevista final a la encargada de hacienda del PP, él le preguntó porqué el PP había votado en contra de que se publicara la lista de titulares de grandes fortunas en cuentas suizas. Ella se escudó en el derecho a la intimidad que tildó de "sagrado" en este país.

Otro día estábamos comentando en el trabajo un nuevo modelo de gestión pública, llamado Open Govenrment, en el cual, entre otras cosas se planteaba hacer consultas a la población de una manera mucho más frecuente, usando medios informáticos. Y salía el tema que uno de los inconvenientes que se planteaba era la dificultad en asegurar que el voto siguiera siendo secreto.

La verdad es que todos damos por bueno el hecho de que se proteja esa intimidad en dos aspectos como las posesiones de cada uno o los posicionamientos políticos. No diré que sea absurdo, pero sí creo que sólo se justifica cuando la sociedad donde estamos no acaba de funcionar.

Alguien puede querer esconder su fortuna si tiene miedo de que le roben o  lo secuestren para arrebatársela. Un motivo para esconder las propias creencias u opiniones políticas puede ser evitar represalias por parte de los que tienen poder sobre nosotros. Pero si en nuestra sociedad la violencia estuviera bien controlada, lo lógico sería que los bienes de todos fueran conocidos. Si se han obtenido de una manera lícita, fantástico. Si los métodos para obtenerlos no ha sido suficientemente ortodoxos, el hecho de que tuvieran que ser públicos sería un obstáculo más.

En el caso de las votaciones, también veo mucho mejor que todo el mundo pueda saber lo que votan los demás. Hace poco leía que en Suiza, donde se hacen muchos referendos, acaban aprobando leyes que atentan contra los derechos de las minorías, como por ejemplo una prohibición para levantar minaretes. Otro ejemplo era la propaganda de Plataforma per Catalunya en estas últimas elecciones: Tú lo piensas, yo lo diré en el Parlament. Implícitamente está aceptando que puede haber gente que se avergüence de reconocer una determinada postura política, pero que se refugia en el anonimato del voto para impulsarla. Yo creo que un voto es algo suficientemente importante como para que quien lo da se haga responsable de lo que está decidiendo. Si realmente no quiere que se le identifique con aquel posicionamiento, que no lo vote. En caso contrario viene a ser como tirar la piedra y esconder la mano.

Repito que puedo entender que, en determinados casos, la verdadera libertad sólo se puede dar desde el anonimato, ya que ir a cara descubierta puede suponer dejar indefensos a los más débiles. Pero hay que tener en cuenta que, en un mundo donde cada uno es celoso de su intimidad, quienes tienen más posibilidades de romperla son el estado y los poderosos. Si el estado es legítimo y democrático, no tiene porque ser un problema, pero en el caso de los poderosos, sí lo puede ser, porque juegan con cartas marcadas. Entonces mejor que el póquer sea descubierto.

De todos modos, más allá de las estrategias, para mí la intimidad no debería ser un valor sagrado, sino un mal menor. La verdadera libertad se ha de conseguir desde la responsabilidad de los actos de cada uno, tanto en las posiciones políticas que adopta, como en los bienes de que dispone. Hay que tener en cuenta que, en el mundo finito en que vivimos, los bienes que pertenecen a alguien dejan de estar al alcance de los demás.

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