sábado, 19 de enero de 2013

Optimizando recursos

Traducción de Optimitzant recursos

Este jueves aparecía en La Vanguardia un artículo de Xavier Sala i Martí donde proponía tecnificar la administración para ahorrar dinero. En él apunta una serie de propuestas ambiguas, sin llegar a entrar en detalle. La verdad es que no le puedo criticar este aspecto, porque yo también lo hago algunas veces desde este espacio, pero el hecho de que lo esté diciendo en calidad de experto, le da una autoridad y un eco que creo que le tendría que hacer ser más riguroso.

La primera de las soluciones es aplicar el cloud computing, poniendo por ejemplo las empresas privadas. Si no lo entiendo mal, la propuesta es que los empleados públicos no estén organizados por ministerios, sino que formen un gran cuerpo de "superexpertos independientes" (otra vez los expertos) que dan servicio a todos los ministerios. La ventaja vendría dada por el hecho de que, al poder ver todos sus trabajos, ya no se duplicarían y ahorraríamos millones de euros. Hasta donde yo sé, las nubes informáticas lo que hacen es facilitar la movilidad de la gente y su independencia de los dispositivos, ya que se sincroniza la información en todos los que utiliza un mismo usuario. Esto no tiene nada que ver con el hecho de que se centralicen servicios, como por ejemplo los informáticos, algo que ya se hace hoy en día en la mayoría de administraciones. Lo que encuentro esotérico es que hable de reaprovechamiento de trabajos por estar en la nube, evitando duplicar proyectos. O sea, que cogeríamos una aplicación para gestionar la expedición del DNI del ministerio de interior y la podríamos usar para gestionar el proceso de matriculación de alumnos del ministerio de educación o el control de la velocidad variable de los accesos a las ciudades del ministerio de fomento. Francamente, no lo veo, pero si con esto nos ahorramos millones de euros...

La segunda perla es la de que los servicios públicos con problemas de congestión no se deben financiar con impuestos, sino con el cobro directo a los usuarios. Según el artículo, el problema de esto es que los peajes son incómodos y que pueden crear colas y aporta la tecnología como solución para la recaudación. Yo pensaba que el problema de los peajes era que no suponían lo mismo para dos personas que tengan un poder adquisitivo diferente. El debate, pues, no es si el peaje debe ser vía GPS o vía las barreras actuales, sino si queremos que las carreteras sean un servicio público o las dejamos directamente en manos privadas.

También hace una incursión en el sistema penitenciario: propone reducir el número de reclusos no peligrosos a base de tenerlos controlados por vía electrónica, reduciendo gasto penitenciaria. Bueno, otra vez creo que el problema no es ese, sino definir cuál es el objetivo del sistema penitenciario, pero de eso quería hablar con más calma en otra entrada.

Acto seguido, viene un punto oscuro en que propone la psicología conductual (que nos indica que hay que poner los chicles al lado de la caja en los supermercados) como técnica para tratar la evasión fiscal. No lo acabo de ver. Supongo que cambiando el color de las declaraciones de renta en algunos apartados específicos, o impregnándolas de olor a billete de banco, podremos evitar que la gente defraude. Y qué tal perseguir el fraude realmente, dotando de más recursos humanos a Hacienda?

Finalmente, hace un vuelo rasante por la sanidad y la educación, hablando de telemedicina y de tecnología a la educación. No entra en detalles, pero menciona otro artículo suyo en el tema de la educación, que he leído, y con el que estoy de acuerdo cuando habla de potenciar la creatividad y el espíritu crítico. Pero en cuanto al tema que nos ocupa, la propuesta sigue siendo cambiar el trato directo con maestros humanos por un acceso tecnológico a los mayores especialistas en educación. Supongo que la telemedicina sería un caso análogo pero en el terreno sanitario, sustituyendo médicos por aplicaciones telemáticas.

La conclusión a la que llega es que hay optimizar la productividad y la eficiencia, tal y como hace el sector privado. Y por eso propone gastar más en tecnología y menos en funcionarios, que parece que lo único que quieren es tener una fuente segura de ingresos. Acaba diciendo que el estado debe estar al servicio de los ciudadanos y no al de los funcionarios.

Supongo que ya os habéis dado cuenta de que no comparto sus criterios. Más allá de que encuentro el artículo demagógico porque algunas soluciones son confusas y confunden (como la del cloud computing), su solución es gastar más en tecnología y menos en gente. Esto implica dar al sector privado el dinero que ahora están ocupando a un gran grupo de personas. Implica aplicar al sector público los criterios de productividad económica del sector privado. Implica ver el estado como un negocio, convertirlo en Gobierno S.A. Supongo que le iría bien que cotizara en bolsa y que se contrataran los mejores expertos de cada campo a nivel mundial, para que nos dijeran qué hacer en cada ámbito de nuestra vida. Así, incluso nos podríamos terminar ahorrando millones de euros en estériles elecciones.

Por mi parte creo que, si algo nos sobra hoy en día, es capital humano y grandes empresas dispuestas a controlarnos la vida. Y si de algo vamos escasos, es del sentido común que pueden aportar las personas que están cercanas a los problemas. Soy un fan de la tecnología cuando es una herramienta, pero el criterio lo debe seguir teniendo la gente, y los valores que deben regir el estado no pueden basarse la rentabilidad (como tampoco deberían hacerlo las empresas, según los defensores de la economía del bien común). No quiero un médico en paro sustituido por una aplicación a la nube que me ausculte con un periférico del móvil, envíe los datos a Houston y me devuelva una receta para mensajería electrónica. No quiero que mis hijos aprendan matemáticas con una consola en casa, mientras tengo maestros con ganas de enseñar que están en paro porque son muy "caros". Incluso prefiero que mi dinero se derroche en un funcionario que hace un café de vez en cuando, antes de que vaya a parar a los bolsillos de los accionistas de una gran multinacional de las comunicaciones, que dará cuatro duros a sus empleados y los presionará, hasta el suicidio en algunos casos, por no haber conseguido unos objetivos de producción imposibles.

En definitiva, no quiero optimizar los recursos destinados a contratar personas para poderlos derrochar en industrias que están aumentando las injusticias y destrozando el planeta.

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