domingo, 21 de abril de 2013

El manifiesto

Traducción de El manifest

Me he apuntado como colaborador en el proceso constituyente que promueven la Teresa Forcades y Arcadi Oliveres. ¿Qué es lo que me parece importante de este proceso? Una primera razón, aunque quizás no sea objetiva, es la afinidad con los que lo promueven: siempre que los he oído hablar me he identificado mucho con ellos. Esto me predispuso favorablemente cuando empecé a escuchar la entrevista que les hicieron en el programa Singulars, donde presentaron el proceso. Pero no es ésta la razón por la que me he adherido, sino por las que trataré de explicar a continuación.

Se puede decir que muchas de las cosas que aparecen en este manifiesto, sino todas, ya están planteadas por unos u otros colectivos, que van llevando a cabo acciones concretas, y que van obteniendo resultados más o menos visibles. Para mí, lo que aporta de nuevo este proceso, es que pone manos a la obra y comienza a tejer el nuevo entramado de nuestra convivencia. Parte de la base de que lo que tenemos no vale y que tenemos que empezar de nuevo. No se trata de arreglar un aspecto u otro del que no nos funciona, sino de establecer unas nuevas bases.

Los puntos que aparecen se deberán tener en cuenta y aplicarlos, si así lo decide la mayoría después del proceso que se arranque. Pero no son más que ejemplos. Son importantes por el modelo que tienen detrás: un cambio de marco de convivencia, orientado a las personas y no a los poderes o las instituciones. No conseguiremos establecer todas las medidas que necesitaremos, ya que no sabemos qué problemas aparecerán en un futuro, pero sí podemos establecer las bases para afrontarlos.

Y del decálogo presentado sí se desprenden unos criterios básicos que habrá que respetar. Un primer aspecto importante es la protección de los individuos frente al estado, las instituciones y los poderosos. En este sentido veo el punto 3 sobre la reforma electoral y la democracia participativa y contra la corrupción, y el punto 9, referente a los medios de comunicación y el acceso a las tecnologías y la cultura. También entrarían en este terreno el punto 6, en defensa del derecho al propio cuerpo y en contra de la violencia de género, y el punto 8, en contra de la legislación de extranjería.

El segundo bloque es la protección de los elementos básicos contra la especulación. Se aborda directamente en el punto 5, contra las privatizaciones y potenciando el sector público bajo control social. Pero también aparece en el 4, cuando protege la vivienda digna y la pone por encima de la deuda con la moratoria a los desahucios, o el punto 7, donde trata de la expropiación y socialización de las empresas energéticas y la soberanía alimentaria. De hecho, dado que hoy el dinero es un bien básico de nuestra sociedad, también se podría interpretar desde esta perspectiva el punto 1, en defensa de una banca pública y ética, y en contra de la deuda ilegítima.

Un tercer bloque es el abandono del paradigma del crecimiento, cambiándolo por el de reparto, que se traduce, sobre todo, en el punto 2, con la reducción de las jornadas laborales y el reparto del trabajo, pero también en el 7, al hablar de la reconversión ecológica de la economía, y en el 10, cuando trata la solidaridad internacional.

Finalmente, la renuncia a la violencia como solución a los conflictos, reflejada en el punto 10, en contra del ejército y de la OTAN. Y, como los medios también son importantes, en varios puntos del manifiesto se recalca la necesidad de que el proceso sea democrático y pacífico, que son los rasgos fundamentales para que sea legítimo.

Para mí, el nuevo marco debe basarse en estos criterios. Quizá también en otros, pero éstos deben estar incluidos. Si esto lo cree suficiente gente, y sabemos organizarnos para exigirlo, creo que podemos establecer las bases una sociedad más habitable que la actual. Es por ello que me he apuntado, porque creo que vale la pena probarlo, y porque creo que es bueno que todos nos responsabilizamos de la sociedad en que vivimos, que la definimos de abajo arriba, en lugar de que nos venga impuesta por unos "especialistas".

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