martes, 21 de mayo de 2013

Anarcocapitalismo

Traducción de Anarcocapitalisme

Hace unos días leí una noticia en Vilaweb sobre un comentario publicado en un instituto cercano al PP donde se proponía que el voto de los ricos tenga más valor. El artículo se llama En defensa del voto censitario. Me picó la curiosidad saber cómo hacía el autor para justificarlo y entré a leerlo. Me encontré con la sorpresa de que iba bastante más allá de lo que me había imaginado. El artículo comienza cargando contra el sufragio universal y defendiendo el censitario, término que yo no conocía, y que consiste en que determinados colectivos tienen restringido el voto o que no todos los votos tienen el mismo valor. Finalmente, termina proponiendo un sistema basado en la compra del derecho a voto, de forma que quien más aporta tenga más capacidad de decisión. Hasta aquí la lectura corresponde al titular: el Estado es una sociedad anónima y los ciudadanos son accionistas con más o menos participaciones. Digamos que es la privatización del Estado entero no a trozos como hasta ahora.

Pero entonces viene el toque del autor: este es el único ingreso del Estado y el voto es voluntario, o sea que quienes se abstengan no pagan. Y termina diciendo que quien crea en el Estado que aporte dinero, pero que con él no cuenten, que piensa ahorrarse la aportación. De hecho, esto no es la privatización del Estado sino su desaparición, tal como lo conocemos. Leyendo las opiniones de los lectores, que las hay muy jugosas, uno de ellos empleaba la palabra anarcocapitalista y la encontré muy adecuada. La palabra existe y se corresponde a una filosofía política que propugna la desaparición del estado y que todo se gestione de forma privada, dando primacía absoluta a la libertad individual, la propiedad privada y el mercado libre.

Desde que lo leí le he ido dando vueltas y hoy me he dado cuenta me ha vuelto a pasar que una entrada en tono de broma resulta que para alguien es seria. Me pasó cuando en El gran escollo de la independencia planteaba la imposibilidad de la independencia debido a que no se sabría con quién jugaría el Barça. Y esta vez me ha pasado cuando en Tasas planteaba la extensión de las tasas judiciales a los poderes legislativo y ejecutivo, de forma que no pagando las pudiéramos eludir su acción (la tasa monárquica tuvo mucha aceptación y creo que ya están pensando en poner una casilla en la declaración de renta del próximo año).

El anarcocapitalismo podría tener sentido en un mundo con recursos ilimitados, donde cada uno pudiera elegir la manera de vivir que más le conviniera y la interacción que quisiera con el resto de gente. Pero en el mundo en que vivimos, los recursos que derrochan unos los están tomando del resto de la población. Y ha llegado un punto en que no es a nivel local sino planetario. Así, el uso de los recursos básicos como la comida, el agua, la energía, la vivienda, la salud, la educación, las comunicaciones, las grandes infraestructuras, etc. se debe tratar con visión de conjunto y no individual: en un ámbito público y no privado.

La propuesta, pues, no me gusta, pero me ha hecho plantear la pregunta de cómo responderíamos ante una sociedad así. Simplificando mucho, podría haber una élite con mucho dinero y una corte de sirvientes que estarían muy por debajo de su nivel, pero que podría ganar bastante prestándoles unos servicios. Por otra parte, podría haber comunidades más orientadas al reparto que, para que fueran efectivas, deberían contar seguramente con el apoyo de posible candidatos a servir a los muy poderosos. La pregunta que se me plantea es que si en una sociedad de este estilo, habría suficiente gente que renunciara a los beneficios económicos de servir a los ricos, a favor de la satisfacción de trabajar por el bien común.

La apuesta es difícil y lo que puede decantar la balanza es la educación. Antes, las encargadas de hacer que la mayoría de gente pasara el bien común por encima de las aspiraciones personales eran la moral y la religión, trabajando en conjunto con la presión social y una férrea educación. Hoy en día, que en nuestras sociedades estas fuerzas han perdido bastante fuerza, la única salida es también la educación, pero para que forme personas críticas y con criterio, que sean capaces de actuar por convencimiento y no por presiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario