sábado, 20 de julio de 2013

Bricolaje político

Traducción de Bricolatge polític

El miércoles fui por primera vez a una asamblea del proceso constituyente. Fue en Gracia y contó con Jaume Asens por parte del grupo promotor. No salí decepcionado ni tampoco fascinado: sencillamente contento de haber ido. No se dijeron cosas que me impactaran por su novedad, pero vi cómo se empezaba a poner manos a la obra. Y me sirvió para detenerme a pensar qué había detrás. O quizás debería decir delante.

En un momento de la reunión me ocurrió pensar en que respondería si me preguntaran que porque estaba allí. Hoy en día, en que a menudo se oye que sobran políticos, me volvió a la mente el que comentaba en febrero en Corrup-tela ... marinera: necesitamos más políticos, es necesario que todos lo seamos. Lo que sobra es la "carrera" política, gente que la convierte en su única profesión y que depende del cargo para mantenerse. Por el contrario, es necesario que cada vez todos tengamos más claro qué queremos y que participemos más en la toma de decisiones.

Y es que todos estos años de "democracia institucionalizada" han hecho que nos volvamos lo que podríamos llamar "consumidores" de política. Y eso se pudo ver en la propia asamblea. A pesar de que se había contado (y así lo dice el manifiesto) que el decálogo inicial es un punto de partida para iniciar el debate, algunas de las intervenciones iban en la línea de preguntar si determinados puntos aparecerían o no en el proceso y como se pensaban resolver determinados problemas. De alguna manera, y sin todos los matices que seguramente habría que hacer, estaba examinando un programa / producto antes de votarlo / comprarlo. Y no es ninguna crítica, es lo que nos ha acostumbrado esta "democracia institucionalizada": hay unos cuantos partidos que elaboran unos programas y nosotros nos informamos (en el mejor de los casos) y votamos.

Esta es quizás la principal novedad que aporta para mí el proceso constituyente. Hay partidos que son mucho más democráticos que otros, que escuchan la calle y tratan de dar respuesta. Hay asociaciones que buscan un objetivo común y se nutren de personas que persiguen ese objetivo concreto, aunque en otros aspectos sus miembros puedan discrepar. Para mí el proceso constituyente no necesita estos acuerdos básicos, estos objetivos concretos, porque lo que persigue es crear un nuevo marco en que todo el mundo pueda estar de acuerdo como individuo, que todas las personas tengan cabida. El único condicionante debería ser que la libertad de uno mismo no pise la del resto de población. Es por ello, por ejemplo, que es necesario que la vivienda se reparta, porque es un bien escaso y, si alguien tiene la libertad de acapararlao, pisa la libertad de otros de disponer de ella. Lo mismo ocurre con la energía, los alimentos, etc.

En un momento dado, Jaume Asens dijo que excluían del proceso los acuerdos con partidos de régimen actual, como pueden ser el socialista o el popular. Inmediatamente puntualizó que excluían los partidos y no las personas. Me gustó que lo hubiera dicho, porque un proceso como éste debería ser aceptado por gente de todas las ideologías, si no queremos dejar fuera a nadie. También se mencionaron los sindicatos. Seguramente, la gran mayoría de las bases de los sindicatos están formadas por gente que quiere mejorar su situación laboral y la de sus compañeros, pero muchas veces parece que las cúpulas se alejan de estas bases, de la misma manera que lo hacen las estructuras de los grandes partidos. Y es que, demasiado a menudo, el problema lo tenemos en las instituciones.

Visto como están yendo las cosas, entiendo la posición de los ultra-liberales que propugnan la desaparición del estado. No la comparto, porque no creo que la ley del más fuerte sea la más justa ni siquiera la más provechosa. Pero sí que pienso que es mejor no tener estado, que tener uno secuestrado. Unas instituciones públicas que se encarguen de mirar por el bien sus ciudadanos pueden conseguir muchos avances, pero si estos les entregan el poder a las instituciones, quien las conquiste se hace su dueño y secuestra el estado. Por ejemplo, pagar impuestos para financiar los servicios públicos es una buena idea, pero ya no lo es tanto si sirve para refinanciar una deuda ilegítima, a través de unos bancos rescatados, que venden el dinero más caro de lo que lo compran para dar beneficios a unos accionistas. Así, el punto 3 del manifiesto toma especial importancia:

Democracia participativa, reforma electoral, control de los cargos electos, eliminación de los privilegios de los políticos y lucha decidida contra la corrupción.

Y después de todo este rollo, ¿a qué viene el título de la entrada? Pues que con la política pasa un poco como en el eslogan del bricolaje "Hazlo tú mismo". Si queremos salir adelante, es necesario que todos nos responsabilizamos de lo que es público, que dejemos de ser consumidores de política para pasar a ser productores. Que nos aseguramos que las instituciones sirven a las personas, en lugar de ser al revés.

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