jueves, 12 de septiembre de 2013

Conflicto de etiquetas

Traducción de Conflicte d'etiquetes

Ya hace tiempo que sé que hay que andar con cuidado con las etiquetas, pero desde que ha aparecido el #ProcesConstituent, la cosa se ​​me está complicando. Y es que este proceso tiene de todo un poco:

  • El manifiesto tiene un fuerte componente social, tanto en la exposición como en los 10 puntos propuestos, así que se le considera de izquierdas.
  • El proceso que propone es para una nueva República catalana, lo que da pie a tacharlo de independentista y, quizás también, de nacionalista, dado que a menudo se confunden los dos términos.
  • Los promotores están vinculados al cristianismo: Teresa Forcadespor razones obvias y Arcadi Oliveres porque es presidente de una entidad cristiana. Aunque en ninguna parte del manifiesto se hace mención a ninguna religión, ha levantado reticencias en este sentido, vinculándolo en algunos casos a la religión.

¿Y cuál es mi problema? Pues que siempre me he considerado de izquierdas, pero voy leyendo en muchos lugares diferentes que no se puede ser de izquierdas y religioso o que no se puede ser de izquierdas e independentista. Vamos por partes.

Para mí, las personas tienen unas convicciones y actúan de unas maneras determinadas. Si alguien llega a la conclusión de que necesitamos un mundo más justo porque Dios nos ama a todos y hay que trabajar para traer el Reino de Dios entre los hombres, es igual de válido que si alguien llega a la misma conclusión desde criterios puramente humanísticos. Y si hay una experiencia que ha sido buena para ti y quieres compartirla con los demás, por si también les ayuda, no estás haciendo nada malo. Es más, tal vez lo que estaría mal sería no compartirla y quedártela sólo para ti. Otra cosa es que intentes imponerla. En esto sí que estaría totalmente en contra, pero no es el caso. Con esto no quiero decir que yo sea creyente. De hecho, hace muchos años que no acabo de saber si lo soy o no. Lo que sí tengo claro es el respeto que me infunde la gente que defiende las causas justas, independientemente de sus creencias íntimas.

Luego viene el cóctel de independentismo e izquierdas. En muchos lugares se habla de que las izquierdas deben ser internacionalistas y, por tanto, contrarias a la independencia. A mí eso me sorprende, porque la irrupción de la derecha al independentismo en Cataluña es muy reciente, y aún está llena de contradicciones. Cuando yo iba a la facultad, la gente independentista era de izquierdas, y más bien de las radicales. Lo que sí es cierto es que había derecha catalanista y, más o menos, nacionalista. El nacionalismo es un tema más delicado, porque introduce un factor sentimental que puede ser peligroso. No tiene porque serlo pero existe el riesgo. Lo que  me gustaría preguntar a los que niegan que la independencia sea compatible con la izquierda es si estarían de acuerdo en que las políticas educativas del colegio de sus hijos las decidiera en Bruselas un gobierno elegido por todos los europeos. O si querrían que la política laboral o monetaria la fijara este mismo gobierno. Lo dudo, aunque esto sería mucho más internacionalista.

Pero el lenguaje tiene trampas. A menudo la izquierda se llama progresista y la derecha conservadora. Yo, entre progresistas y conservadores me apunto a los primeros, pero no quiero un progreso que suponga crecimiento indefinido y depredación de recursos. Se han hecho muchas barbaridades en nombre del progreso. En cambio sí que quiero conservar el planeta para nuestros descendientes y los del resto de las especies. Quiero conservar los servicios públicos que tanto costó montar, en lugar del progreso que supone montar negocios especializados en obtener beneficios de los servicios básicos. Quiero conservar mi cultura y la de todos los pueblos de la Tierra, y que no se vean aniquiladas por el progreso de una globalización uniformadora .

De la misma manera, no soy individualista, pero creo en una sociedad en la que el centro sean las personas y no el Estado. Cualquier organización de la que nos dotamos debe servirnos a todos, no debemos ser nosotros sus siervos. Soy de izquierdas si implica el reparto justo de los bienes disponibles, pero no quiero un Estado socialista o comunista todopoderoso que me marque qué hacer. No quiero que el Estado me garantice la sanidad y la educación, sino que quiero tener unos servicios públicos de calidad. Servicios públicos sanitarios, educativos, de abastecimiento de energía y agua, alimentarios, de vivienda, etc . Lo que consideramos básico .

Para mí la diferencia entre que los dé el Estado y que sean servicios públicos, es que estos últimos son de todos, que todos participamos para crearlos y hacerlos nuestros. Y también para controlarlos. Así los apreciaremos y respetaremos y, de paso, no nos los secuestrarán como están haciendo ahora. Estos servicios no es necesario que los preste el estado. Por ejemplo, pueden ser cooperativas sin ánimo de lucro, siempre que sean transparentes. Hoy en día hay cooperativas de enseñanza concertadas o centros de asistencia primaria autónomos que funcionan bien. En Finlandia los directores de las escuelas escogen su equipo. Alternativas hay y habrá que explorarlas. Ya es hora de que nos pongamos manos a la obra y empecemos a construir nosotros lo que queremos, porque los políticos profesionales, los "especialistas" de la política, nos han fallado.

También creo en la iniciativa privada, en que cada uno pueda poner en marcha los proyectos que crea oportunos, siempre que no esté perjudicando a nadie, o malgastando los recursos que son de todos, porque vivimos en un planeta finito, y cada vez estamos llegando más a su límite.

Soy de izquierdas para los que quieren privatizarlo todo para que dé el máximo rendimiento económico, pero no lo soy para los que quieren anular la diversidad en nombre de la igualdad. Soy independentista porque votaría sí en una consulta hoy, pero no lo soy porque para mí no es una meta, sino una buena oportunidad. No soy creyente porque no he conseguido creer, aunque a veces pienso que todo sería más fácil. Y quizás es mejor así, sin etiquetas, dejando que los distintos matices nos enriquezcan.

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