domingo, 30 de septiembre de 2012

Presupuestos 2013

Traducción de Pressupostos 2013

Hace años hubo una película llamada Aeropuerto que fue precursora del género de desastres. Tuvo tres secuelas Aeropuerto 75, Aeropuerto 77 y Aeropuerto 79. Al poner el título de esta entrada, la asociación de ideas freudiana me jugado una mala pasada y he ido a parar a esta saga de desastres, donde se repetía el título, pero actualizando el año.

Y es que, si los Presupuestos 2012 fueron presentados como los más austeros de la democracia, estos parecen que les disputarán el título. Además, haciendo honor a su nombre, presuponen cosas. Entre ellas que el PIB bajará sólo un 0,5% y que se acabarán cumpliendo las perspectivas de déficit para este año. Ambas premisas parecen bastante improbables. En este contexto lo único que justifica el adjetivo de "realista" para estos presupuestos, es que incluye una partida para los gastos de la monarquía constitucional de la que disfrutamos.

El año que viene se tendrán que pagar 38.590 millones de euros por los intereses de la deuda pública. Y los presupuestos son deficitarios, o sea que al terminar el 2013 tendremos más deuda. Si el precio sigue subiendo, el pago de los intereses seguirá en aumento. El PIB se reducirá, con lo que el número de años que se tardará en devolver todo esto se va alejando más que acercarse.

Con toda esta situación, la solución siempre sigue siendo la misma: cuidar las fuentes del capital, no sea que se enfadaran y no nos dejasen más dinero. El retorno de todo ese dinero en un marco global de recesión es imposible. Como lo es en Portugal o, más dramáticamente, en Grecia.

Los compromisos adquiridos con la gente se pueden romper: la edad de jubilación se aleja y parece probable que las cotizaciones que hemos ido aportando hasta ahora no estarán disponibles cuando las necesitamos. Los empleados públicos dejan de recibir parte de su salario. Las condiciones de estabilidad laboral, que potenciaron durante años que las empresas dispusieran de una plantilla más fiel por la seguridad que tenían, han quedado dinamitadas. Las valoraciones que obligaban los bancos a pagar al solicitante de una hipoteca, se convierten en papel mojado cuando la dación en pago no es aceptada.

En cambio, los compromisos de pago de intereses son sagrados. Qué garantizamos con esto? Que nos dejen más dinero, pero a un interés cada vez mayor, porque las expectativas de que se devuelva son cada vez más lejanas y esto se traduce en una prima de riesgo más elevada. Al final, resulta que nos endeudamos más aún para pagar unos intereses que cada vez van en aumento.

La verdad es que yo no tengo mucha idea de economía, pero quizás nos saldría más a cuenta no dar más cuerda a los que nos la están poniendo alrededor del cuello. Un ejemplo: el estado deja dinero a un banco para que no cierre. Lo deja a un interés bajo y luego este banco ofrece más interés a sus clientes a base de comprar deuda pública a un precio mucho más alto. Le encuentrais un nombre a esto? Lo más bonito que se me ocurre es tomadura de pelo.

Si queremos romper este círculo hay que dejar de rodar sobre el mismo eje, el de la "confianza" de los mercados (ahora entiendo lo de que la confianza da asco). A continuación algunas propuestas:

1. Se habla de aumentar los impuestos a las grandes fortunas. En mi opinión no sería necesario ni eso: sólo que estas grandes fortunas se convirtieran en préstamos sin interés al estado, ya dispondríamos de dinero para empezar a remontar, sin el estrangulamiento de los intereses. Y los propietarios de estas fortunas? No perderían dinero, tan solo la oportunidad de hacerlo crecer especulando, como es posible que hagan ahora en muchos casos.

2. También se habla de poner impuestos a las plusvalías de las transacciones financieras. Yo impediría directamente estas plusvalías. Para mí los precios de las acciones deberían ser fijos. La gente que invirtiera en bolsa sólo tendría que sacar provecho de los repartos de dividendos que les proporcionaran los beneficios de las empresas en que participan. Si no deseais ser tan radicales, pongamos que el precio de venta de una acción no puede superar el precio de compra en más de un 0,01% por día de posesión de la acción. Así, en un año, lo máximo que se podría ganar sería un 3,65% con la compra-venta. Esto quitaría atractivo a la bolsa y bajaría el precio de los créditos, incluida la deuda pública.

3. Si no se rescata a las personas que pierden su trabajo o su casa, o que tienen que cerrar su empresa por la crisis, tampoco es lógico que se proteja el capital depositado en los bancos. En principio, los intereses son más altos cuando aumenta la posibilidad de que no se devuelva el préstamo. De hecho esta es la justificación de la prima de riesgo: cuanto más alto es, más interés se pide. Si la operación falla, hay que asumir el riesgo que se adquirió y perder el dinero que se prestó en su día. Como mínimo, no está justificado devolver los intereses que eran garantía del riesgo, si al final no se ha asumido.

Todas estas medidas nos sacarían probablemente del círculo de los elegidos. Quizás nos echarían del euro y nos tendríamos que reinventar, reduciendo nuestro tren de vida y volviendo a empezar desde cero. Seguramente nos associaríamos con otros países en una situación similar como Portugal o Grecia, formando el pelotón de los torpes.

Si seguimos por el camino actual, es posible que de aquí más tiempo partimos de muy bajo-cero, junto con el resto de sociedades más avanzadas, en las que las desigualdades se van profundizando, como denunciaban ayer unos 40.000 manifestantes en diferentes ciudades de Alemania. El gráfico publicado por La Vanguardia sobre la distribución de la riqueza entre la población de más de 17 años es muy elocuente:


Distribución del capital entre la población de más de 17 años

Todo este montaje es insostenible a nivel mundial. Cuanto más tardemos en cambiar las reglas del juego, más sufrimiento habrá para todos.

viernes, 28 de septiembre de 2012

De impuestos y tributos a cuotas y contribuciones

Traducción de De impostos i tributs a quotes i contribucions

Hace tiempo que me rondaba por la cabeza una entrada sobre el tema del fraude fiscal y la visión que tenemos de él. La argumentación era que, en círculos pequeños, no pagar lo que nos corresponde está mal visto por el resto de personas implicadas, pero cuando llegamos a cierto nivel, el defraudador pasa a ser una persona a admirar. Sería impensable que te encontraras en el ascensor un vecino que te dijera:
  • Este año he conseguido pagar sólo la mitad de las cuotas de la comunidad porque tengo al administrador engañado.
En cambio, no nos sorprende mucho que el mismo vecino nos diga:
  • Este trabajo lo he hecho sin IVA, porque sino me sale demasiado a pagar de la renta.
En ambos casos, el otro nos está pasando por la cara que él se ahorra un dinero que tendremos que cubrir entre todos los demás, pero en el primer caso seguramente le cantaremos las cuarenta por insolidario y en el segundo a lo mejor lo felicitaremos por lo listo que es.

Mi propuesta para paliar este problema era cambiarle el nombre a los impuestos. La raíz de la palabra está clara: un pago que impone alguien con poder a sus subordinados. En esta misma dirección va la palabra tributo: rendir honores y pleitesía a los vencedores por parte de los vencidos. Es evidente que estas palabras sugieren injusticia y justifican la resistencia.

Si nos apuntamos a un gimnasio o pertenecemos a una comunidad de vecinos, pagamos una cuota, o sea una parte de los gastos para cubrirlos entre todos. Un sentido similar tiene la palabra tasa, una aportación proporcional a un servicio que se está recibiendo. Más evidente aún es el término contribución, que sugiere esfuerzo en común para obtener algún beneficio.

Después de todos estos razonamientos iba a concluir que quizás sería bueno cambiarle el nombre a los impuestos y tributos por cualquiera de estas otras opciones, de forma que representara mejor el carácter de repartición solidaria de los gastos comunes de toda la sociedad. Así, también se podrían introducir palabras como aportación o canon, potenciando el significado de asunción conjunta de los gastos y proporcionalidad con respecto a unos criterios establecidos.

La verdad es que, a medida que he ido escribiendo la entrada, me he dado cuenta que, actualmente, los impuestos y los tributos son eso: un dinero tomado por una imposición de los poderes establecidos, que está sirviendo para rendir tributo a los mercados y los poderes financieros, que son los que nos han ganado la batalla con la deuda y la prima de riesgo. Los gobernantes que nos imponen todos estos pagos, a menudo diezman la recaudación con su cuota de corrupción (quedé impactado con el vídeo de café con leche sobre la gestión de la sanidad en Cataluña).

Así las cosas, quizás es mejor dejar los nombres de impuestos y tributos. Quizás sí que tendremos que acabar creando una agencia de contribuyentes, no catalana, sino social. Una agencia que recaude lo que necesitamos para construir la sociedad que todos queremos, con sanidad y educación para todos. Y la deuda que han contraído, que la paguen ellos, que a nosotros nadie nos consultó si queríamos gastar más de lo que teníamos.

¿Qué se han creído?

Traducción de Què s'han cregut?


Parece que en España se instalado una nueva religión, o quizás debería hablar de secta. Se trata de la democracia parlamentaria. Sus verdades absolutas e inamovibles están plasmadas en la Constitución, el libro sagrado que se puede esgrimir ante cualquier brote de sentido común. Así, rodear el congreso con una cadena humana es un peligro para la democracia, ya que interrumpen los rituales de los sacerdotes parlamentarios a su templo de las Cortes.

Ante el sentido común, el PP está aduciendo la inevitabilidad. Los recortes son el único camino para salir de la crisis, a pesar de que cada vez nos hundimos más en ella. No hay otra política posible. Entonces, ante una cadena humana que reclamará un cambio de política rodeando el lugar donde se decide ésta, su respuesta es incendiaria, tratando de exaltar los ánimos de una ciudadanía cada vez más perpleja y más harta de la impunidad con la que se maltratada por las instituciones que deberían velar por su bienestar.

Este intento de deslegitimar la protesta convirtiéndola en agresiva es la única explicación que le encuentro a las declaraciones de M ª Dolores de Cospedal, comparándola con el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Cuadra también con los vídeos que han aparecido donde se ven agentes de la policía infiltrados entre los violentos que provocaron los disturbios. O quizás eran ellos los únicos violentos en un principio. También pueden leerse en la misma línea las declaraciones de Jorge Fernández Díaz, calificando de "magnífica" la actuación de la policía.

No podemos seguir permitiendo que hagan lo que quieran, amparados durante cuatro años tras unas urnas a las que se presentaron con un programa que no se parece en nada a lo que están haciendo. No puede ser que sigan retirando dinero de los servicios públicos y no hagan una política decidida contra el fraude y la corrupción. No puede ser que sigan desacreditando a la gente que expresa su opinión, arguyendo que no pueden coaccionar las decisiones de las Cortes, cuando ellos mismos se las están saltando constantemente a golpes de decreto ley.

Creo que ya va siendo hora de la huelga general indefinida, de detenernos a hacer inventario de lo que tenemos todavía, antes de que nos lo hayan arrebatado todo. No se puede permitir la impunidad con la que nos desprecian. Se ha hecho del todo evidente que la política es algo demasiado importante como para dejarla únicamente en manos de profesionales (en el mal sentido de la palabra) de la política. Y las leyes deben estar al servicio de la gente. No al revés.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La pieza

Traducción de La peça

Cataluña es una pieza del rompecabezas. La pregunta es: ¿cómo le iría sola?

En la entrada anterior, el rompecabezas, enumeraba motivos para la independencia, pero me dejé uno fundamental: el atractivo de España es bajo, en este momento. En plena crisis, después de habernos hecho creer que éramos uno de los milagros económicos del siglo XXI, resulta que al final no era para tanto, ni mucho menos. El gobierno español recorta por todos lados escuchando los mercados, al BCE, al FMI, a todos menos a la gente, a la que le dice que todo lo que le pasa es por su culpa y que se atenga a las consecuencias, mientras que con los bancos debe ser comprensivo porque sino ... La corrupción está al orden del día y los partidos no destierran los inculpados, sino que los cobijan. La monarquía metiendo la pata, la cadera y la mano en la caja fuerte, y no pasa nada. El PSOE, la posible alternativa, hace aguas por todos lados y no acaba de encontrar el camino. Además, sufrió la primera embestida de la crisis y no salió demasiado bien parado.

¿Y cuál fue la reacción del gobierno español antes y justo después de la manifestación? En primer lugar, ignorarla y argumentar que la gente no había ido para pedir independencia, lo que todavía convence más a los participantes de la razón que tenían al ir. En segundo lugar, esgrimir la Constitución, cuando ellos la cambiaron a conveniencia de los mercados de un día para otro, junto con el PSOE. Finalmente, con el argumento de que así no saldrá nadie de la crisis. La verdad, no parecen unos guías con mucha credibilidad para ir marcando caminos dados los resultados que estamos teniendo.

En una entrevista al ministro de exteriores en la Vanguardia publicada el pasado domingo decía:

Heredamos la marca España en situación baja, pero está subiendo. Lo curioso es que tenemos activos muy bien valorados en el exterior, como la Corona, las fuerzas armadas, nuestros deportistas, gastrónomos, pero la suma de todo eso no se traduce en una presencia adecuada de España en los ámbitos políticos y económicos internacionales. La Marca España busca sumar todos esos activos.

Como gancho no es muy alentador, ¿verdad? Si estos son los activos de España vamos apañados. El camino de salida resulta que no es invertir en educación sino conseguir Eurojetas.

Sería muy diferente si en el gobierno español hubiera alguien que, a pesar pedir esfuerzos, tuviera en cuenta a la gente antes que a los bancos, que llevara una política más cercana a Islandia que a Grecia. Seguro que la manifestación no hubiera sido tan multitudinaria. Además, seguro que alguien así hubiera escuchado al Parlamento de Cataluña, en lugar de gobernar a golpe de tribunal constitucional.

Europa tiene más atractivo. Había tenido mucho y ahora la gente se está desencantando, pero todavía se ve como el camino de salida si se consigue mover el monstruo burocrático de una manera mínimamente coordinada. De todos modos, las propuestas de la troika al gobierno griego no son muy alentadoras, junto con otras decisiones que hacen pensar que no estamos en la Europa de la gente, sino en la del Euro.

¿Y Cataluña? La marca Cataluña de momento es una posibilidad, lo que le da el beneficio de la duda y un componente de ilusión que no tienen las alternativas que ya se han materializado. Además, Artur Mas ha sabido hacer honor a su nombre y se ha puesto la brillante armadura del rey Arturo de Caramelot, que lo protege contra las críticas de los paganos. Hay que reconocer que sus movimientos han sido impecables, firme, pero dialogante, esperando a que fuera Rajoy que dijera lo que no tenía más remedio que decir, después de la trayectoria que había llevado hasta ahora. Siguiendo un sendero que bordea el precipicio de la ilegalidad, pero sin pisar su línea. Soplando con la medida justa para mantener la llama sin apagarla. Hoy se ha consagrado como El Candidato, al anunciar que una vez Cataluña haya encontrado el Santo Grial de la independencia él se retirará, como en Frodo después de haber destruido el anillo en el fuego de Mordor (¿dejando el "fregao" a quien le suceda y llevándose él la gloria?).

¿Tenemos pistas de cómo podría ser una Catalunya independiente? Hombre, sí. De corrupción andamos bien: Fèlix Millet aún sigue dando vueltas. Eso sí, España gana, que aquí todavía no hemos encarcelado el juez. En el tema recortes, en cambio, le pasamos la mano por la cara al gobierno español: si Rajoy es un aprendiz de sastre, Mas es Eduardo Manostijeras. En el capítulo de salidas airosas de la crisis, no tenemos el melón con jamón del Eurojetas, pero vamos servidos con la sandía con mortadela del Barcelona Gol (por cierto, que si hicieran el Eurojetas en Burgos y el llamaran Madrid World, los tildaríamos de centralistas, no?).

Puestos a hacer política ficción y retomando el hilo de la broma independencia por privatización, imaginemos cuál podría ser el camino de una mayoría absoluta de CiU con el mandato de lograr la independencia refrendado por Cataluña. CiU siempre ha buscado el acuerdo, usando la confrontación como carta de negociación, pero no más. Ahora debería buscar una independencia pactada a tres bandas. Con un referéndum detrás, Europa se avendría a hacer de juez (y parte, si quiere cobrar). La teoría de que no nos dejarían entrar en la Unión Europea no me la creo. Me parece más bien que no nos dejarían marchar sin pagar (no colaría lo de "paga el último"). Así las cosas, Mas podría ofrecer a Rajoy un cable, asumiendo más deuda de lo que tocaría a Cataluña. Rajoy lo podría vender como un triunfo negociador y colgarse una buena medalla rollo màgic Andreu. Mas, lo pasaría como una concesión que nos beneficiaría, ya que evitaríamos el previsible boicot si las negociaciones eran tensas. Además, la Cataluña emprendedora, sin el déficit fiscal podría con eso y mucho más. Europa contenta de tener un dolor de cabeza menos y una diversificación de la deuda, menos susceptible de desestabilizar si fallaba uno de los dos nuevos estados. Habríamos comprado Cataluña a España, en definitiva. Si es cierto que la oligarquía catalana existe, sería ésta la que habría comprado Cataluña al estado, pero con el dinero de todos. Y tendría manga ancha para hacer y deshacer. Además, un pequeño error de cálculo en la capacidad recuperadora de Cataluña, nos podría llevar a la necesidad de hacer más recortes y terminar de privatizar lo que quedara como público en Cataluña, siguiendo la filosofía de CiU, de que si puede dar dinero ¿por qué no aprovecharlo? No debemos olvidar que, mientras la derecha española es más dura en cuanto a conservadurismo, la catalana es mucho más pragmática y eficiente a la hora de aplicar políticas liberales (imaginaos, por ejemplo, una reforma laboral a lo CiU ).

Esta no sé si es una perspectiva real o un fruto paranoico. Pero está claro que no es el único camino posible. Al hablar de la manifestación dije que, en un momento dado, se habían añadido suficiente sensibilidades como para que me sintiera cómodo participando. El momento fue cuando algunos incorporaron las reivindicaciones sociales. Porque parece aceptado por la gran mayoría que hay un déficit fiscal importante entre España y Cataluña. No hay acuerdo en si se puede calificar de expolio o no. Pero lo que seguro que es un expolio es lo que están haciendo los bancos y las grandes empresas con el pueblo de todo el estado, con desahucios, despidos injustificados y pérdida de libertades. Y esta es la lucha que nos llevará a un futuro o nos dejará sin.

Así pues, si me veis con una estelada, llevará la estrella roja y el triángulo amarillo.

¡Salud!

lunes, 24 de septiembre de 2012

El rompecabezas

Traducción de El trencaclosques

España es un rompecabezas. La pregunta es: ¿encaja o no?

Las piezas actuales, las autonomías, salieron de un compromiso para no romper con la dictadura, sino hacer una transición hacia la democracia. En este contexto, la Constitución representaba un salto muy significativo en la capacidad de gobierno de los pueblos con entidad propia que había dentro España. También era algo aceptado de forma general por el resto del estado, para restablecer lo que se había atacado durante la dictadura.

El hecho es que las autonomías se extendieron en toda España. Las que tenían una identidad más marcada siguieron un circuito más rápido que las demás. Los diferentes estatutos les dieron más o menos competencias a cada una. Pero todas tienen básicamente el mismo estatus: desde la denominación hasta la representación en los diferentes órganos de decisión. Esto parece lo más justo a primera vista, pero en el fondo es una trampa, porque los ciudadanos de los diferentes lugares no le están dando el mismo significado, pero en cambio todo parece lo mismo. Para algunos, las comunidades son una descentralización del estado para acercar la administración central a los ciudadanos. Para otros, son entidades con una identidad propia, que participan formando el estado español. Pero le llamamos a todo por el mismo nombre, así que, si vives en una "comunidad descentralizada", tiendes a pensar que todas tienen el mismo sentido.

A esta dificultad para entender realidades diferentes se añade el hecho de que la adscripción a Cataluña o España (o a las otras comunidades, también) tiene un fuerte componente emocional, con lo que puede dar fácilmente réditos, ya sea en forma de votos, o de apoyos para una negociación. No quiero entrar a valorar ejemplos concretos, pero desde algunos sectores de Cataluña se han hecho algunas actuaciones y declaraciones muy beligerantes. Por otra parte, algunos medios y partidos políticos del resto del estado han magnificado (y a veces inventado) problemas para exaltar los ánimos.

En todo este panorama, el recorte del Estatuto refrendado en Catalunya, no sólo por las cortes, sino también por el tribunal constitucional, representan un posicionamiento claro del modelo de "comunidad descentralizada" sobre el modelo de "entidad participante". El mensaje es claro: en España hay una única nación, la nación española, tal como dijo Aznar tras la manifestación para protestar contra aquella sentencia.

Y, entonces, llega la crisis. Hace falta dinero. En Cataluña se publican unas balanzas fiscales y parece claro que aporta más de lo que recibe y lo que necesita. Este tema hay que matizarlo, pero está sobre la mesa. A nivel estatal, el PP empieza a cargar las culpas sobre las autonomías. No conozco encuestas, pero es posible que si se plantea la sustitución de los parlamentos y los gobiernos autonómicos por órganos descentralizados del gobierno español, en muchas comunidades no se rasgarían las vestiduras. Así, aprovechando este descrédito, el gobierno del PP aumenta la presión sobre las comunidades y las amenaza con una intervención, marcándoles la política que deberán que hacer. Es como prender fuego a un polvorín. Y estalla el 11 de septiembre.

¿Y ahora? Muchos dicen que hay que hablar. Incluso Aznar dice en México que un estado puede ser federal o unitario, centralizado o descentralizado, no queda claro si se refiere a España, pero lo parece. En el PSC hablan de estado federal asimétrico. El problema del estado federal, en estos momentos, es que nadie sabe exactamente en qué consistiría. Podría ir desde un simple cambio de nombre de las comunidades a una transformación real de las relaciones entre ellas, pero a estas alturas es demasiado amplio para juzgarlo.

Lo que hay que decidir es si el modelo que se quiere para Cataluña es el de una parte del estado español con más o menos autonomía, el de una nación que participa en un estado o el de un estado dentro de la Unión Europea , que se relaciona dentro de ella con España. En los dos últimos casos, entiendo que sentencias como la del constitucional no tendrían sentido.

El modelo federalista podría ser el menos abrupto, pero se corre el peligro de que se eche tierra sobre las indefiniciones y dentro de cuatro días volvamos a estar como ahora, con recriminaciones en ambos sentidos. No lo sé. Tal como han ido las cosas, quizás sería bueno clarificar más los papeles e impedir que se sigan utilizando las tensiones que saldrían como armas electorales: tanto por parte de los sectores más españolistas, como los gobiernos catalanes que otorgan en Madrid la responsabilidad de todos nuestros males.

Finalmente, ¿qué camino seguir? Está claro que la independencia no está contemplada dentro de la Constitución. Si se quiere seguir el camino establecido hoy, planteando un referéndum en todo el estado, el resultado podría ser grotesco: salir que no a la independencia pero ganar esta opción en Cataluña. Esto supondría prácticamente declararla una nación anexionada por la fuerza.

Si se tuviera que hacer así, lo lógico es que las opciones fueran tres: "Sí", "No" y "Opción más votada en Cataluña". Esta última sería como un voto en blanco, que se suma a la mayoría, pero circunscribiendola al escrutinio realizado en Cataluña. Tengo la sensación de que esta sería la opción más votada en el resto del estado. Creo que hay alguna encuesta que avala el hecho de que, para la mayoría, tampoco sería un descalabro la independencia, siempre se refrendara y que el proceso fuera pactado. Esto permitiría que todos expresaran su opinión y llegar a una solución legitimada, fuera cual fuera ésta.

En todo caso, creo que por una vez vale la pena que nos olvidemos de las descalificaciones y los tópicos. Es necesario que la solución que tomemos ahora sea más estable que la que hemos tenido y que cierre la puerta a las demagogias.

Espíritu adelante

Traducción de Esperit endavant


Hoy, al salir de casa, me he encontrado el siguiente cartel en una sucursal del BBVA:


Señores, dada la indefinición de lo que significa espíritu adelante, les sugiero algunos finales más explícitos para la frase Ver el mundo como una oportunidad de negocio es:
  • espíritu de conquista
  • el origen de la especulación
  • el desarraigo del hombre en la naturaleza
  • la razón del cambio climático
  • el motivo de buena parte del hambre que padecen millones de personas en todo el planeta
  • un camino asfaltado hacia el fin de la humanidad
  • un crimen no incluido en el código penal
  • el vacío del alma

En resumen, es el espíritu de la tristeza.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Rajoy ha dicho no. Visca la Revolució!

Traducción de En Rajoy ha dit que no. Visca la revolució!


¿Quién nos iba a decir cuando éramos niños que la gallinita llevaba barba? Rajoy ha dicho no, y ahora tenemos aquí la revolución. Ha dicho que no, prisionero de una constitución que fue el aceite que engrasó hace más de treinta años el motor con el que el espíritu de la transición nos llevó al país de las quimeras, donde no hacía falta remar todos juntos porque nos impulsaba la vela del Bribón deslizándose por el mar del olvido. Y ya se sabe qué pasa con los aceites de los coches que no se cambian en 30 años: no engrasan sino que gripan, y el motor se encalla. Ha dicho que no, preso de años de lecturas restrictivas de los versículos de esta constitución, este libro sagrado que no fue escrito por el hombre, sino dictado por el Dios de la Transición.

Tenemos aquí la revolución. O tal vez no. Vemos a Ken-beach-boy-Mas surfear la ola humana del 11 de septiembre sin despeinarse un pelo, en el más puro estilo de los primeros westerns americanos. Pero tranquilos, que la punta de la plancha no apunta a la ruptura, nos dice. No señor, apunta más bien hacia una mayoría absoluta a finales de año. Apunta la ola hacía la zona de la playa donde el PSC está todavía tratando de interpretar las instrucciones para montar un estado federal. Esas instrucciones que en catalán dicen una cosa y en castellano otra totalmente distinta. Apunta a cuatro años más de margen para acabar de desmontar lo que quede de los chiringuitos del bienestar y encontrar un nuevo culpable de nuestros males (¿tripartito? ¿Madrid? ¿Bruselas, quizás? ¡Ay qué nervios!)

O tal vez sí que tenemos aquí la revolución. Tal vez la ola empuja más fuerte a Mas de lo que él querría, igual que las sentencias del constitucional empujan a Rajoy más de lo que le gustaría hoy, y están ambos atrapados en los jugos que les han sacado a los nacionalismos respectivos. Tal vez por fin se produce la revolución en la que un pueblo catalán tranquilo se convierte en una nación autogobernada sin perjudicar al resto de España y sin que ésta se sienta agredida. Me gusta pensar que esto es algo más que un deseo. Que es una posibilidad.

martes, 18 de septiembre de 2012

Presentación

En mayo de 2011 abrí un blog: Cercalles. Desde hace mucho tiempo me sentaba de vez en cuando a escribir cosas para mí y me pareció una buena idea exponerlas en la red, por si alguien las quería compartir conmigo. Prácticamente todas las entradas que he publicado las he escrito en catalán. Como he ido publicando los enlaces en algunas redes sociales, soy consciente de que no todos los que acceden entienden el catalán. Hoy he probado el traductor automático de Google y he decidido que prefiero dedicar un tiempo a  hacer mis propias versiones en castellano.

Supongo que es por pura vanidad, pero si alguien me malinterpreta, prefiero que sea porque yo he metido la pata que porque lo haya hecho Google.

El orden de las traducciones no será seguramente el mismo que el las entradas originales. Empezaré por las que me parece que pueden ser más interesantes. Espero tener el tiempo suficiente para trdaucirlas todas.

domingo, 16 de septiembre de 2012

La mani

Traducción de La mani

Hace años que no voy a las manifestaciones del 11 de septiembre. Este año, cuando empecé a ver cómo se estaba planteando, me pregunté si iría o no. Pocos días antes me había decantado por no participar, pero en el último momento hubiera ido. Como estaba fuera y todavía no había vuelto a Barcelona, tuve que hacer como el Presi: asistir espiritualmente.

Los motivos por los que había decidido no ir eran diversos. A pesar de que la convocatoria no partía directamente del gobierno, el Presidente la había hecho suya, aunque dijera que no iría, así que se podría entender como un soporte a la política que está llevando acabo, con la que no comulgo en la mayoría de aspectos. En muchos de los comentarios que iba viendo, aparecía el discurso de que, si no hubiese déficit fiscal, Catalunya saldría adelante y. por tanto, se nos tenía que devolver el dinero correspondiente a ese déficit. Este argumento, sin matices, legitimaría a los que tienen sueldos más altos a no pagar impuestos si necesitan el dinero, desentendiéndose de los más desfavorecidos. Tampoco me gustaba que la afirmación de la catalanidad se convirtiese, con demasiada frecuencia en una negación de la españolidad, cayendo en los estereotipos que todos hemos oído por ambas partes. Y no llegaremos a buen puerto echando más leña al fuego.

Pero al final se añadieron a la convocatoria las diferentes sensibilidades suficientes para que me pareciera que la asistencia incorporaría los matices con los que me siento identificado. El motivo principal por el que hubiera participado es decirle al gobierno del PP que no es lícito aprovechar la crisis para recentralizar el estado de las autonomías, de la misma manera que no lo es para cargarse el estado del bienestar. Encuentro inaceptable que, teniendo una balanza fiscal negativa de 16 mil millones de euros en un año, el estado pretenda vincular el préstamo de 5 mil millones de euros a una intervención en las políticas del gobierno catalán, más allá de los aspectos macroeconómicos.

Es innegable que ahora estamos en una situación distinta a la del 10 de septiembre, al margen de los motivos concretos que haya tenido cada uno de los asistentes y también de los no-asistentes. El mismo 11 de septiembre, Iñaki Gabilondo colgó un vídeo (¿Independencia? Las cartas boca arriba) donde pedía que todos se posicionaran. Estoy de acuerdo con él. Una congregación tan grande de gente no se puede tratar como "un lío y una algarabía".

Aunque se esperaba multitudinaria, creo que la manifestación superó con creces el objetivo de los organizadores más optimistas. Pero los diferentes partidos deberían haber previsto esta posibilidad. Y hay algunos que parece que les ha pillado bastante a contrapié, sobre todo a los de ámbito estatal, más concretamente a la parte estatal de estos partidos.

Según mi punto de vista, se siguen cometiendo los errores de siempre desde ambas partes. Una parte de los independentistas lo basa todo en un expolio por parte del Estado, porque toma más dinero del que devuelve. Este argumento, sin más, nos habría impedido recibir ayudas de la Unión Europea durante todos estos años de pertenencia. Si lo matizamos diciendo que la aportación al resto del Estado no debe impedir que se invierta en la misma medida en Catalunya, se entiende mejor. En este sentido, los ejemplos más claros son las infraestructuras de transportes que tendrían mucha incidencia y se les da la misma prioridad que a otras que serán deficitarias. Con esto no quiero decir que éstas se deban abandonar, simplemente se deben estudiar con detenimiento y darles la prioridad adecuada.

Por el otro lado llegan argumentos que me dejan descolocado. Justificar que no se puede plantear, ni siquiera un referéndum sobre la independencia de una parte del Estado, porque no está contemplado en la Constitución lo encuentro espectacular. Resulta que un estatuto refrendado por Catalunya se puede anular porque no es constitucional, en vez de modificar la Constitución para que se acomode a él. En cambio, no hay ningún problema en cambiarla de un día para otro para incluir un techo en la deuda de las administraciones y fijar su devolución como prioritaria. O sea, un referéndum es papel mojado, pero complacer a los mercados bien merece nuestra flexibilidad.

Con una pequeña búsqueda he encontrado en la Constitución el artículo 47:

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.
La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

Los que se escandalizan de que no se cumpla la Constitución permiten que un banco que ha especulado con la vivienda, y al que se le ha tenido que prestar dinero de todos (y pedir dinero a la UE con un aval de todos), desahucie y deje en la calle gente que se ha quedado sin trabajo. Una manera muy extraña de velar por la Carta Magna, la verdad.

Estos días he ido siguiendo las noticias de los periódicos catalanes y de ámbito estatal. Y también he ido viendo comentarios que deja la gente: hay muchos comentarios exaltados y descalificadores por ambas partes. También los hay que están hechos desde el respeto y con criterio. Además, supongo que los exaltados son más propensos a pronunciarse que los moderados, que los que dudan. Tanto en Catalunya como en el resto del Estado, hay mucha gente que sabe dialogar. De la misma manera que la mayoría de los catalanes no persigue a los castellanoparlantes, la mayoría de la gente del resto de España no nos ve como unos sinvergüenzas que no paran de quejarse. Todas las posturas son lícitas si se defienden respetando a los demás. Defender un encaje en España es tan lícito como creer que todos estaríamos mejor si las relaciones fueran de igual a igual, dentro de la Unión Europea.

Yo creo que el debate se debe abrir ya. Si no lo hacemos lo antes posible, la situación se irá pudriendo cada vez más, y será más difícil encontrar una salida. Este proceso afectará a los intereses de unos y otros. Es más, por muchas previsiones que se hagan y teorías que se puedan establecer, no se sabrá a quién beneficia o perjudica la independencia de Catalunya hasta que no se produzca, si esta acaba siendo la opción. En caso contrario quedará en el terreno de la especulación.

En este debate se tendrá que tener en cuenta que un tema como este tiene una componente emocional muy fuerte. Una persona que viva en Catalunya puede sentirse catalana, española, europea, de otra parte de España (de donde se originaria ella o sus ascendientes, por ejemplo), etc. Estos sentimientos no son excluyentes: alguien puede sentirse vinculado a todo y otra persona sentirse ciudadano del mundo, sin raíces en ninguno de estos sitios. Tampoco todas las adscripciones tienen porqué ser igual de intensas: seguramente alguna será la predominante. Si queremos tratar esta disyuntiva con éxito, debemos tener claro que los sentimientos son los que son y que unos no son mejores que otros. Los que sí que hay que erradicar son los sentimientos anti- (anti-catalanes y anti-españoles sobre todo, pero también anti-europeos, anti-"otros lugares", etc.).

El otro punto importante para que el proceso sea provechoso es que se puedan poner sobre la mesa todas las opciones de forma pacífica y dialogante. No se puede descartar nada a priori por el solo hecho de que contradiga una norma establecida o una situación a la que estamos todos acostumbrados. En este sentido, defender la celebración de un referéndum y anunciar que se hará campaña en contra de la independencia y a favor de otro modelo de estado, lo encuentro una opción de lo más coherente, porque afronta la cuestión, en lugar de enterrarla.

Finalmente, la decisión se ha de tomar de forma democrática, quizás con unas elecciones plebiscitarias. Seguramente se deberá ratificar con un referéndum. Hay que fijar las reglas del juego. Pero a mi entender, tiene que decidir únicamente la gente que vive en Catalunya. El resto de España puede opinar igual que, en mucha menor medida, el resto de la Unión Europea, que también se vería afectada. Pero si se rechazase la independencia en un referéndum estatal y en Catalunya hubiese sido la opción ganadora, la situación resultantes sería inviable a muy corto plazo y durante mucho tiempo, según mi punto de vista. No hacer la consulta es esconder la cabeza bajo el ala y dar pie a que cada uno siga interpretando la voluntad de la gente según su propio criterio. Si se hace y Catalunya pasa a ser un estado, seguramente es señal de que el encaje estaba siendo demasiado difícil. Y si el resultado es que continúa dentro de España, la adscripción habrá sido voluntaria, perdiendo fuerza los que sacan provecho de la confrontación, tanto de un lado como del otro.

Y a todo esto, ¿qué votaría yo? No lo sé. Dependería en buena parte del proceso que se siguiese para llegar a la consulta, de las consecuencias que me pareciera que tendría para todos la independencia y del futuro que se intuyese en el caso de continuar en España. Intentaría ser lo más objetivo posible y no mezclar mucho los sentimientos, aunque puede ser difícil darse cuenta. Respecto a mi identidad, soy catalán. No me molesta ser español, pero tampoco es para mi una prioridad seguir perteneciendo a España como estado. Está claro que comparto más con el resto de españoles que con el resto de europeos. Soy europeo, especialmente de la Europa latina. Desde que la Unión Europea fue tomando impulso, una opción que veía plausible era que los estados fueran perdiendo protagonismo. Por un lado, hacia la Comisión europea, para unificar políticas. Por otro lado hacia las regiones de lo que dió en llamarse la Europa de las regiones, que constituirían un estamento más cercano a los ciudadanos. Me refería a esto como conseguir, no la "independencia", sino la "dependencia directa" de Europa, ya que las diferentes regiones de España y de Europa pasarían a relacionarse directamente, sin una dependencia tan fuerte de los estados. Esto había quedado relegado, pero ahora me parecía que podía reactivarse al forzar la crisis a una unificación de políticas, monetarias en primer lugar, pero también en otros ámbitos más adelante. Puede que fuera una solución no traumática, que facilitara que no hubiese vencedores ni vencidos, al haber llegado todos al mismo sitio, aunque por caminos y motivos distintos, seguramente.