miércoles, 31 de julio de 2013

Responsabilidades

Traducción de Responsabilitats

En un país muy lejano había una vez unos gobernantes que lo querían seguir siendo. Desde jóvenes estaban haciendo esta tarea y no sabrían a qué dedicarse si los echaban. Así que, cada cuatro años, debían presentar a sus electores unos resultados alentadores para que los volvieran a elegir. Pensaron que algo bueno sería hacer llegar a la ciudad un tren rápido, porque todo el mundo agradece poder viajar deprisa.

Comenzaron a estudiar cómo hacerlo y vieron que hacer llegar el tren rápido hasta el mismo corazón de la ciudad era difícil y obligaba a expropiar mucha gente. No querían protestas y no estaban seguros de que los ciudadanos apreciaran el tren rápido si les iba de costar tantos esfuerzos. Tampoco les gustaba que el tren se detuviera a unos cuantos kilómetros de la ciudad, como ocurría en otros lugares, porque la gente pensaría que les estaban dando gato por liebre.

Finalmente, encontraron la manera de que se pudiera hablar de alta velocidad, aunque no lo fuera totalmente. Debían llegar lo más pronto posible y no tenían todo el dinero que querían, así que ahorraron en métodos de control, siempre siguiendo estrictamente los protocolos de seguridad. De esta manera, nunca les podrían reprochar que no lo habían hecho bien, porque se habían guiado por los estándares existentes. Por fin tenían un nuevo éxito para presentar en los próximos comicios, ya se encargarían los conductores de los trenes de ir a la velocidad adecuada.

Los maquinistas encontraban que una curva determinada era arriesgada, pero cumplía los requisitos y no había habido ningún problema grave, así que tampoco se podían dar argumentos para forzar una mejora. Pensaban que les dirían: ¿Qué pasa? ¿No queréis hacer vuestro trabajo? Sólo hay que frenar cuando toca, que para eso os pagamos ¡Y bien pagados estáis!.

Un día, un maquinista estaba más distraído de la cuenta. No estaba enfermo, ni siquiera se encontraba mal, pero no tenía la concentración que era habitual en él. Era un día más de conducir un tren a 200 km/h. Una gran responsabilidad, pero una responsabilidad rutinaria. Comenzó a conducir el tren y, cuando ya estaba en marcha, se dio cuenta de que no recordaba los detalles del trayecto tan bien como se pensaba. Había unas cuantas referencias que las recordaba distintas y empezó a mirar un plano. Aún quedaban un par de túneles para llegar a la ciudad y tenía que asegurarse como iba. Pero sólo quedaba uno y cogió esa curva mal. Fue una tragedia.

Al conductor lo juzgaron por su imprudencia, pero no le importaba, la condena ya la llevaba dentro, y no le abandonaría el resto de su vida. Cada vez que cerraba los ojos reconstruía lo que había pasado aquella tarde y trataba de encontrar alguna explicación que le permitiera volverse a mirar al espejo. Casi nunca la encontraba. Se había equivocado en algún momento, sin ser consciente de ello, y aquella equivocación había truncado muchas vidas.

¿Y aquellos gobernantes? Ellos lo hicieron todo siguiendo las reglas. Sopesaron las ventajas y los inconvenientes de su decisión con tiempo, de forma pausada. Y tomaron una determinación consciente: rebajar el nivel de seguridad para poder presentar unos resultados convenientes a sus electores. Pero no necesitaban preocuparse, ni asumir responsabilidades, ni dimitir. Ellos habían hecho lo que tocaba, habían seguido los protocolos, se habían asesorado por expertos. Todo era legal.

Está claro que, por el hecho de empezar hablando de un país muy lejano, no puedo decir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Pero quiero remarcar que no pretendo hacer un análisis de lo que realmente ha pasado, porque no conozco bien las circunstancias que rodearon la decisión de construir el tramo como se hizo, o si la motivación de la decisión fue puramente electoral. Tampoco sé los motivos por los que el conductor no pudo frenar el tren a tiempo. Menos aún puedo adentrarme en la mente de nadie, ni del maquinista ni de los responsables del trazado. Sólo quiero reflejar lo que creo que podría pasar por mi cabeza si me encontrara en la situación de uno o de los otros, ante la situación que he descrito.

domingo, 21 de julio de 2013

Democracia recauchutada

Traducción de Democràcia recautxutada

Esta entrada nace a partir del comentario que un gran bloguero y buen amigo ha hecho de la anterior, Bricolaje político: La democracia no es fácil, pero la alternativa son las dictaduras (más o menos evidentes). Totalmente de acuerdo pero, ¿qué nivel de secuestro marca el umbral por debajo del cual podemos seguir considerando que un determinado régimen puede llamarse democracia? Seguramente no hemos llegado a ese umbral, pero nos estamos acercando peligrosamente. Y acelerando. No se admiten responsabilidades. Las debilidades del sistema no están corrigiendo, sino blindando. Los principios básicos se dejan de lado para escudarse sólo en la legalidad, aplicando la norma y no la esencia. ¿En qué me baso? Todos podemos encontrar ejemplos, yo os pondré mis (algunos al menos).

Aquí nadie dimite si no se ve absolutamente forzado. Cuando aparecen nuevos casos de corrupción, muchas veces las respuestas consisten en remarcar que en el resto de partidos también hay. El mensaje transmitido no es "yo soy bueno", sino "el resto es peor". La responsabilidad de las políticas aplicadas en algunos casos, en contra de programas presentados, nunca es de quien lo aplica sino del gobierno anterior, de la coyuntura política, de las instrucciones de Bruselas o de cualquier otro factor ajeno. Si la persona que gobierna no puede aplicar la política en la que cree, debería dimitir. En caso contrario, está diciendo que es igual quien haya en el gobierno, ya que todos harán lo que les diga alguien, a quien no hemos elegido (poco democrático, ¿verdad?).

Cuando las cosas se tuercen y las noticias que aparecen en la televisión no son agradables por el gobierno, no se intenta no generar estas noticias, sino que se cambian los equipos de los informativos de la televisión pública para que no las presenten o lo hagan de una manera más "conveniente". Si hay protestas en la calle, se criminalizan y se trata de obstaculizarlas al máximo, en lugar de analizar las causas que han llevado a las personas a protestar.

También se invaden el resto de poderes, como el judicial, consiguiendo que los miembros de los diferentes organismos estén ligados al gobierno. Seguro que es legal, pero ¿quien controlará si se controla al controlador? El presidente del Tribunal Constitucional resulta que había sido militante del Partido popular cuando ya pertenecía al tribunal. Además, lo había ocultado. Quizás es legal, pero no estaría de más que dimitiera, ¿no?

El presidente del gobierno está absolutamente salpicado por dudas razonables de corrupción. La solución que presentan algunos militantes del PP, entre los que está el vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, es renovar el gobierno sin convocar elecciones, porque conduciría a un parlamento fragmentado e inestable. Quieren aplicar el derecho que tienen a agotar la legislatura, a pesar de que reconocen implícitamente que ya han perdido este derecho en el terreno de las urnas. Pasan el derecho legal de agotar la legislatura por encima de lo que admiten que sería la voluntad de la gente en este momento. Esto no lo dice un don nadie, sino un alto cargo del Parlamento Europeo. ¿No es un secuestro de la voluntad del pueblo?

Ya hace unos años una marca de neumáticos hacía publicidad bajo el eslogan Power is nothing without control (La potencia sin control no sirve de nada). Una de las imágenes de la campaña era un atleta a punto para correr con zapatos de tacón. Venía a decir que un coche, aunque tenga un motor espectacular, no nos llevará a donde queremos si no tiene unos neumáticos que le permitan agarrarse a la carretera. De la misma manera, una democracia sin control no sirve para nada: aunque tenga unas instituciones formalmente impecables, no nos llevará a donde queremos si no están arraigadas en la gente, si ésta no puede indicarle el camino a seguir.

Continuando con el símil automovilístico, podríamos decir que en los años setenta teníamos un régimen que era como un neumático gastado y a punto de estallar. Se hubiera podido cambiar pero, por motivos que aquí no cuestionaré, se decidió recauchutarlo, ponerle una nueva banda encima que le diera control, que conectara las instituciones con la gente. Han pasado los años y aquella capa se ha gastado y está saltando. Es como si apareciera el viejo neumático debajo, e instituciones y pueblo van, cada vez más, en direcciones opuestas. Se nos hace patente que tenemos una democracia recauchutada. Ahora hay que ver qué queremos hacer: si volvemos a aplicar la misma solución, o tratamos de renovar el neumático entero.

sábado, 20 de julio de 2013

Bricolaje político

Traducción de Bricolatge polític

El miércoles fui por primera vez a una asamblea del proceso constituyente. Fue en Gracia y contó con Jaume Asens por parte del grupo promotor. No salí decepcionado ni tampoco fascinado: sencillamente contento de haber ido. No se dijeron cosas que me impactaran por su novedad, pero vi cómo se empezaba a poner manos a la obra. Y me sirvió para detenerme a pensar qué había detrás. O quizás debería decir delante.

En un momento de la reunión me ocurrió pensar en que respondería si me preguntaran que porque estaba allí. Hoy en día, en que a menudo se oye que sobran políticos, me volvió a la mente el que comentaba en febrero en Corrup-tela ... marinera: necesitamos más políticos, es necesario que todos lo seamos. Lo que sobra es la "carrera" política, gente que la convierte en su única profesión y que depende del cargo para mantenerse. Por el contrario, es necesario que cada vez todos tengamos más claro qué queremos y que participemos más en la toma de decisiones.

Y es que todos estos años de "democracia institucionalizada" han hecho que nos volvamos lo que podríamos llamar "consumidores" de política. Y eso se pudo ver en la propia asamblea. A pesar de que se había contado (y así lo dice el manifiesto) que el decálogo inicial es un punto de partida para iniciar el debate, algunas de las intervenciones iban en la línea de preguntar si determinados puntos aparecerían o no en el proceso y como se pensaban resolver determinados problemas. De alguna manera, y sin todos los matices que seguramente habría que hacer, estaba examinando un programa / producto antes de votarlo / comprarlo. Y no es ninguna crítica, es lo que nos ha acostumbrado esta "democracia institucionalizada": hay unos cuantos partidos que elaboran unos programas y nosotros nos informamos (en el mejor de los casos) y votamos.

Esta es quizás la principal novedad que aporta para mí el proceso constituyente. Hay partidos que son mucho más democráticos que otros, que escuchan la calle y tratan de dar respuesta. Hay asociaciones que buscan un objetivo común y se nutren de personas que persiguen ese objetivo concreto, aunque en otros aspectos sus miembros puedan discrepar. Para mí el proceso constituyente no necesita estos acuerdos básicos, estos objetivos concretos, porque lo que persigue es crear un nuevo marco en que todo el mundo pueda estar de acuerdo como individuo, que todas las personas tengan cabida. El único condicionante debería ser que la libertad de uno mismo no pise la del resto de población. Es por ello, por ejemplo, que es necesario que la vivienda se reparta, porque es un bien escaso y, si alguien tiene la libertad de acapararlao, pisa la libertad de otros de disponer de ella. Lo mismo ocurre con la energía, los alimentos, etc.

En un momento dado, Jaume Asens dijo que excluían del proceso los acuerdos con partidos de régimen actual, como pueden ser el socialista o el popular. Inmediatamente puntualizó que excluían los partidos y no las personas. Me gustó que lo hubiera dicho, porque un proceso como éste debería ser aceptado por gente de todas las ideologías, si no queremos dejar fuera a nadie. También se mencionaron los sindicatos. Seguramente, la gran mayoría de las bases de los sindicatos están formadas por gente que quiere mejorar su situación laboral y la de sus compañeros, pero muchas veces parece que las cúpulas se alejan de estas bases, de la misma manera que lo hacen las estructuras de los grandes partidos. Y es que, demasiado a menudo, el problema lo tenemos en las instituciones.

Visto como están yendo las cosas, entiendo la posición de los ultra-liberales que propugnan la desaparición del estado. No la comparto, porque no creo que la ley del más fuerte sea la más justa ni siquiera la más provechosa. Pero sí que pienso que es mejor no tener estado, que tener uno secuestrado. Unas instituciones públicas que se encarguen de mirar por el bien sus ciudadanos pueden conseguir muchos avances, pero si estos les entregan el poder a las instituciones, quien las conquiste se hace su dueño y secuestra el estado. Por ejemplo, pagar impuestos para financiar los servicios públicos es una buena idea, pero ya no lo es tanto si sirve para refinanciar una deuda ilegítima, a través de unos bancos rescatados, que venden el dinero más caro de lo que lo compran para dar beneficios a unos accionistas. Así, el punto 3 del manifiesto toma especial importancia:

Democracia participativa, reforma electoral, control de los cargos electos, eliminación de los privilegios de los políticos y lucha decidida contra la corrupción.

Y después de todo este rollo, ¿a qué viene el título de la entrada? Pues que con la política pasa un poco como en el eslogan del bricolaje "Hazlo tú mismo". Si queremos salir adelante, es necesario que todos nos responsabilizamos de lo que es público, que dejemos de ser consumidores de política para pasar a ser productores. Que nos aseguramos que las instituciones sirven a las personas, en lugar de ser al revés.